La aceptación de un alimento depende
de muchos factores, entre los que destacan sus propiedades sensoriales
como el color, el aspecto, el sabor,el aroma, la textura y hasta el
sonido que se genera durante la masticación. Los compuestos responsables
del aroma y del sabor son los constituyentes que están en menor
concentración, pero tienen un efecto fundamental en la calidad y
aceptación de los alimentos. Los hábitos alimentarios de una población
están determinados en gran medida por el aroma y el sabor de los
productos que consumen y que permiten su desarrollo y sobrevivencia. Se
ha demostrado que la selección de alimentos e incluso la percepción
agradable o desagradable de los mismos dependen de factores sociales y
culturales, pero que las necesidades nutricionales y el estado de salud
del ser humano tienen un mayor impacto en el momento de la ingesta. Por
ejemplo, si un individuo ha pasado mucho tiempo sin tomar sal, el sabor
salado le resultará muy agradable, pero cuando se ha consumido un exceso
de sal ocurrirá lo contrario. En general, el dulzor se asocia con una
fuente energética y el amargor con sustancias potencialmente tóxicas.
Los niños prefieren los sabores dulces a los amargos, y a medida que
crecen aceptan otros que no necesariamente se relacionan con sus
necesidades metabólicas. Los cambios en el patrón de consumo
tradicional, así como el avance en el conocimiento de la generación de
aromas y sabores, han hecho posible el desarrollo de nuevos alimentos.
Si bien, el mercado de nuevos productos se basa en grandes campañas de
mercadotecnia y publicidad, los consumidores aceptarán o rechazarán los
productos primordialmente en función de sus características de aroma y
sabor, independientemente de la calidad nutricional, toxicológica o de
las ventajas del nuevo alimento. Por esta razón, para desarrollar nuevos
productos es necesario conocer los factores involucrados en la
generación y estabilidad de aroma y sabor; así como de la correcta
adición de aromatizantes y saborizantes empleados para restituir y
conservar las características sensoriales que tienen en su forma
natural, con lo que se garantiza su consumo y aceptación.
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