Los principales compuestos que
intervienen en la generación del aroma a carne son moléculas de bajo
peso molecular solubles en agua o lípidos. Otros componentes de la
carne, como las proteínas miofibrilares y sarcoplásmicas, tienen un
efecto mínimo en el desarrollo del aroma a carne, con excepción de la
mioglobina que puede actuar como catalizador en los procesos de
generación del aroma. Como resultado del tratamiento térmico se genera
un gran número de sustancias volátiles responsables del aroma y sabor a
carne, en donde la naturaleza de los compuestos generados depende
fundamentalmente de la intensidad del tratamiento térmico aplicado. Por
otra parte, los lípidos que forman parte del tejido adiposo, así como la
grasa intramuscular y los fosfolípidos tienen un papel primordial en la
generación del aroma cárnico. Se ha reportado que la fracción lipídica
provee de volátiles, que son característicos de cada especie animal,
mediante reacciones de oxidación y descomposición térmica; mientras que
el tejido magro provee aquellos compuestos responsables del aroma a
carne que son comunes en todas las especies animales. La ribosa es uno
de los azúcares más importantes de la carne, la mayor proporción de la
ribosa se encuentra como parte del nucleótido inosin 5’-monofosfato, y
en menor cantidad se le puede encontrar como ribosa 5-fosfato o ribosa
libre. El inosin-5’-monofosfato se forma vía defosforilación enzimática y
deamidación del ATP durante la etapa post-mortem. La ruptura enzimática
del inosin 5’-monofosfato puede dar lugar a la formación de ribosa y
ribosa-5-fosfato, aunque la mayor parte de la ribosa permanece unida al
nucleótido. El inosin-5’-monofosfato, además de actuar como agente
potenciador del sabor, también es una fuente de ribosa para la reacción
de Maillard durante la cocción y genera compuestos volátiles azufrados
(tioles, mercaptocetonas, furanotioles, tiofenos y disulfuros) con un
fuerte olor a carne, y en menor proporción otros compuestos no azufrados
como el 2-furfural y 2.4-pentadienona. La ribosa 5-fosfato puede perder
el grupo fosfato y sufrir una deshidratación para formar
4-hidroxi-5metil-3-furanona y 1-deoxipentanona. Esta furanona puede
generar tiofuranos y tiofenos al reaccionar con el sulfuro de hidrógeno
producido por la degradación de cisteína. La formación de los compuestos
responsables del aroma de la carne no sólo depende de la concentración
de precursores, sino de una gran variedad de factores intrínsecos y
extrínsecos que alteran la intensidad y características del aroma, como
el pH de la carne, especie animal, género, genotipo, edad, régimen de
producción, tipo de alimentación, manejo post-mortem, temperatura y
método de cocción, adición de especias, saborizantes, otros aditivos no
cárnicos. Asimismo, el sabor característico de cada especie animal
deriva primordialmente de los lípidos presentes. La carne de cerdo y
pollo contienen una mayor proporción de ácidos grasos insaturados que la
carne de res o cordero, y ésto da lugar a una mayor proporción de
aldehídos volátiles insaturados, por lo que se supone que éstos
aldehídos son los principales compuestos asociados con el olor de las
diferentes especies animales. La carne de oveja es rica en ácidos grasos
ramificados con grupos metilo, como por ejemplo los ácidos
4-metiloctanoíco y 4-metil-nonanoíco, que no se han detectado en otros
tipos de carne, éstos son responsables del olor característico de la
carne de cordero que puede ser objetable por ciertos consumidores. El
1,2-metiltridecanal presente principalmente en carne de res, ternera,
cordero y venado, imparte notas grasas a la carne. Otros aldehídos
metilados de 11 a 17 carbonos imparten aromas a carne cocida y también
se han detectado en carne de pollo y cerdo, aunque en menor proporción.
Los productos cárnicos procesados incluyen en su formulación nitrito de
sodio, junto con el cloruro de sodio, fosfatos y agentes reductores,
entre otros. Los nitritos además de estabilizar el color de la carne e
inhibir el crecimiento de Clostridium botulinum, actúan como agentes
antioxidantes que evitan el deterioro de las grasas insaturadas y por
tanto modifican el perfil de compuestos volátiles generados durante la
cocción. La acción antioxidante se debe a la formación de
nitrosomioglobina y nitrosil-hemocromógeno que inhiben la acción del
hierro hemínico como agente prooxidante.
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